Cementerio de los Ingleses del Monte Urgul


En la desprotegida ladera norte del monte Urgull de San Sebastián, enfrentada con las mareas vivas del Cantábrico, el Cementerio de los Ingleses conserva los restos mortales de algunos oficiales y soldados de la Legión Auxiliar Británica caídos en suelo guipuzcoano durante la primera guerra carlista. Esa unidad de voluntarios, enviada a España en 1835 al mando el general George Lacy Evans (un veterano de las guerras napoleónicas que había combatido en Waterloo) en ayuda del Gobierno amenazado por la sublevación del pretendiente, se batió con bravura en marzo de 1837 contra las tropas del infante don Sebastián en el cerro de Oriamendi.



El Cementerio de los Ingleses, uno de los espacios más relajantes y atractivos del Monte Urgul, en San sebastian, Donostia, donde  entre la humedad, el musgo y el sentir añejo nos hace adentrarnos en plena época del romanticismo.

Aunque hay restos de lápidas con la fecha de 1813 grabadas, no está del todo claro que realmente pertenezcan a este cementerio, dada la posibilidad de que fueran lápidas de otro lugar reutilizadas.
Realmente el origen cierto del actual cementerio nos lo aclara Henry Wilkinson en 1838, un miembro del Real Colegio de Cirujanos, y a la postre cirujano de Legión Auxiliar Británica:



“Subiendo de la ciudad al castillo de San Sebastián, pasando un faro provisional y volviendo bruscamente por un ángulo de roca donde el sendero zigzaguea por el declive de la pendiente, nos quedamos asombrados ante la bravía y salvaje grandeza de la escena. Numerosos fragmentos gigantescos de peñas yacen en la falda del monte, en medio de una vegetación lozana y exuberante, y en lo alto, asoma ceñuda la fuerte ciudadela de San Sebastián. En medio de este imponente paisaje, que parece haber sido causado por alguna convulsión terrible de la naturaleza, en un pequeño y abrigado rincón, hoy tierra sagrada, inminentemente debajo de la prominencia escarpada y colgante sobre la cual se yergue el castillo, pueden verse numerosos montículos de césped, que marcan los lugares donde reposan los restos de muchos valientes oficiales de la Legión Británica. Se han erigido unas pocas y sencillas cruces de madera con los nombres de los que cayeron; pero incluso estas letras provisionales han comenzado a borrarse antes de que sus propios compañeros hayan partido, y dentro de muy poco tiempo el único recuerdo que permanecerá será el túmulo de césped que los amigos de los muertos hayan amontonado sobre ellos.”

El actual cementerio fue inaugurado en 1924 en presencia de las reinas María Cristina y Victoria Eugenia, en recuerdo de los soldados ingleses que cayeron luchando contra los ocupantes franceses de la ciudad.



Parece ser que hay enterramientos anónimos de los que se tiene constancia solamente por los comentarios populares. De entre ellos sobresale una leyenda;                 

“En el cementerio de los Ingleses de San Sebastián descansa una víctima del amor y no de las balas. Un oficial de la Legión inglesa, de origen irlandés, apuesto y garrido, que se hallaba acantonado con su regimiento en Ategorrieta, en el grupo de casas que el pueblo conocía como Westminster Square, y que se enamoró perdidamente de la dueña de su alojamiento, una mujer casada y de “rara” belleza. Él requirió sus amores, y se cree que fue correspondido. Una noche, el cuerpo del oficial apareció acribillado a cuchilladas junto a la fuente del Chofre, siendo rápidamente enterrado en el cementerio del monte Urgull. Años después, en el barrio que conocían nuestros antepasados como Puertas Coloradas (Ategorrieta), se veía correr entre los muchachos morenos a uno rubio, “como unas candelas”, al que las malas lenguas bautizaron con el nombre del “inglesito”.”

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